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lunes, 15 de diciembre de 2008

LA CRUZADA DEL IMPRESENTABLE GREGORIO PECES BARBA (Artículo de opinión de Iñaki Anasagasti)

Con motivo del treinta aniversario de la Constitución, uno de los ponentes constitucionales y por tanto uno de los que nos excluyó de dicha ponencia, Gregorio Peces Barba, del PSOE, ha escrito un artículo en El País titulado “Tomarse la Constitución en serio”.

Este pedante profesor no desaprovecha oportunidad para agredirnos gratuitamente. Recuerdo una vez, en uno de esos actos conmemorativos que estuve a punto de salirme del hemiciclo de forma ruidosa, ante la sarta de ataques que el personaje nos lanzaba gratuitamente desde la tribuna. Desde luego no le aplaudí y me tuve que contener para no haberle dicho una serie de cosas que no le hubieran gustado.

Para mí es el clásico español agresivo que hace abertzalismo independentista cada vez que abre la boca, habida cuenta de su agresividad propia de un nacionalista español excluyente.
Ahora está propiciando una reforma constitucional para ponernos en “nuestro sitio”. Entresaco el meollo de su obsesión: “A mi juicio –dice Peces Barba-, procede una quinta reforma, la de la Ley Electoral, que también exige una leve reforma de la Constitución.


Creo que sería el camino único posible para superar el excesivo papel de los partidos nacionalistas, que cuentan mucho más de lo que sus votos y sus escaños permitirían en una situación de normalidad. En las circunscripciones donde se presentan esos partidos, Euzkadi, Cataluña y Galicia, en la distribución de esos escaños no desperdician casi ningún voto. Sin embargo, los dos grandes partidos, PSOE y PP, e IU desperdician muchos votos en cada circunscripción electoral una vez utilizados los que sirven para obtener un escaño.

Por eso se debería ampliar el número de escaños, hasta los 400 que permite la Constitución y utilizarlos para aplicar en esos 50 que se añaden los votos no utilizados en las circunscripciones provinciales y distribuirlos entre los partidos que los hubieran recibido. Los beneficiarios serían los ya citados PSOE, PP e IU, lo que restablecería la justicia del reparto y permitiría un relanzamiento de IU, con reforzamiento de un sentido institucional. Quizás ese nuevo escenario permitiría a IU despegarse de su colaboración con el separatismo de Ibarretxe en el País Vasco.

“Es también ocasión para identificar comportamientos y actitudes que rompen con la lealtad, que se desvían de una interpretación y de una aplicación correcta de nuestra Carta Magna, que representan ideologías antimodernas incompatibles y que incluso impulsan desobediencias que cuestionan y se apartan del juego limpio de nuestras reglas de juego, e intentan evitar una educación que las comunique a las nuevas generaciones. 30 años son suficientes para valorar las experiencias vividas, las desviaciones y las traiciones, que de todo ha habido, aunque en verdad debemos estar satisfechos por el seguimiento muy mayoritario y por la obediencia habitual a las normas”.

Es "la corriente de fondo" que están alentando periódicos, ponentes como Peces Barba, predicadores como Jiménez Losantos, diarios de la derecha como La Razón y el ABC. Preparan el terreno.

En El Mundo me pidieron un artículo sobre éste asunto. Gabriel Elorriaga, del PP, propiciaba embridar los nacionalismos con una reforma constitucional. Yo ante la pregunta de si estaba de acuerdo con esa iniciativa, contesté lo siguiente: "HÁGASE Y SE MULTIPLICARÁN LOS PROBLEMAS POR CIEN".

Por supuesto que No, aunque si llevara mi nacionalismo vasco hasta el mismo extremo de los que piensan en restringir las competencias de las Comunidades Autónomas tendría que decir que Si. ¿Por qué?. Porque se haría carne, y, sin habitar entre nosotros, el criterio que se plasmó en una reunión en la localidad de Txiberta en la que el mundo radical vasco nos pidió que no concurriéramos a las elecciones de junio de 1977, porque no se nos había perdido nada en Madrid y porque si actuábamos todos los vascos nacionalistas juntos, contra el estado español, venceríamos.

No lo hicimos y preferimos registrarnos en la ventanilla y concurrir a las elecciones y discutir una Constitución democrática, que por interés exclusivamente partidista del PSOE, nos excluyó de la ponencia constitucional. Para que no estuviera el Profesor Tierno Galván, que estaba con su PSP en el Grupo Mixto, se excluyó al PNV.

En aquella oportunidad hubo gentes que quisieron establecer una clara delimitación de lo que era una nacionalidad de una región, aunque el asunto quedó en un proyecto interruptus, ya que no se delimitaron claramente las posibilidades y delimitaciones de cada quien y ahora, resulta, que todos son nacionalidades. No se resolvieron de verdad los tres problemas históricos planteados en tiempos de la República, Euzkadi, Galicia y Catalunya, y se crearon 17 dolores de cabeza para algunos. ¿Alguien en su sano juicio en 1977 hubiera creído que en Madrid se demandaba una autonomía con bandera y con himno?. ¡Pero si la política identitaria española se circunscribe única y exclusivamente a Madrid!.

No hay más que seguir de cerca todos los actos recordatorios de la transición para darnos cuenta que la idea de España se resume en lo que pasa en Madrid.

El solo mero de hacer esta pregunta solo significa que sigue sin admitirse la pluralidad del estado, ni que éste contiene naciones sin estado y que eso del bilingüismo y de la pluralidad es un fastidioso engorro. Aquí solo hay una manera de ser español y esa manera la tiene patentada la derecha y la Alta Administración que desde la Cibeles, como desde un Palmar de Troya identitario, expide los certificados de ciudadanía.

Llevo 22 años trabajando en Madrid y ésta circunstancia no me ha hecho menos nacionalista vasco sino mucho más. Existe, ¡claro que existe!, un agresivo nacionalismo español que francamente, a mi me cansa y que me ha hecho pensar muchas veces, como diputado o senador, sobre qué coño hacemos en las Cortes Generales. Perdón por la palabrita pero su rotundidad ilustra un estado de ánimo.

Entiendo que la violencia asesina de ETA envilece muchos planteamientos. Entiendo que no se quiera apostar por un estado confederal, que sería lo lógico, entiendo que cuando se hable del líder de la oposición se desconozca que hay otros seis partidos de oposición y que el señor Rajoy sea el líder de su partido y entiendo que gestionar la diversidad es muy engorroso, pero lo que ya no entiendo es que en la última encuesta del CIS se nos siga con la monserga de que la Monarquía (cuando no hay debate, ni libertad de expresión sobre ella), el Ejército y la Policía sean las instituciones más valoradas treinta años después de ser aprobada la Constitución, con notable abstención vasca.

Aquí hay algo que no funciona y si en verdad se desea restringir las autonomías, hágase, y ya no tendremos ningún argumento para seguir jugando en aquel Bernabeú político con todos los árbitros comprados.

FUENTE: Blog de Iñaki Anasagasti.

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